En interiores, con apenas luz, con unas mascaras color carne que solo dejan ver sus ojos, nariz y boca es como el maestro Everardo González decide presentarnos los testimonios de las victimas y victimarios de una guerra, la guerra contra el narco, que solo le dejo ganancias a los propios narcos, un cartel en especifico, y al mismo gobierno corrupto y despiadado liderado por Felipe Calderon Hinojosa que todavía disputa por el poder, y con posibilidades, quien sabe porque, y que continuo Peña Nieto. Somos testigos de las confesiones y relatos de varios entrevistados que son totalmente diferentes y que aun asi comparten algo en comun, las historias también son diferentes, y el director sabiamente no habla o da mas datos, ni recrea nada, para dejar que las palabras, los ojos, los gestos, el tono de voz y hasta las lagrimas incontrolables que pernean esas mascaras sean las que digan toda la historia, logrando destruir nuestra defensa y nuestra alma dejándonos al mismo tiempo con mas dudas de las que teníamos por mas informados que estemos ¿que es la naturaleza humana? ¿y la maldad? y es que como dice la primera voz, aunque crea increible lo que vio, alguna loquera de unos narcos, seguimos siendo parte de la misma especie.
Con diferentes narraciones que van desde una destrozada madre que perdió a sus hijos, unas hijas que fueron testigos de como el ejercito se llevaba a su madre, un tipo que se metió a vender drogas para ver si podía averiguar donde estaban sus familiares solo para terminar amenazado, un tipo torturado y violado por la policía municipal nomas porque si, uno mas que ha desenterrado mas de cien cuerpos buscando unos en especifico, y un largo etcétera de relatos atroces que siempre tienen una historia mas que interesante, y horrible, para contar, pero tambien somos testigos de los relatos de un tipo que deserto y confiesa que le da asco pertenecer al ejercito, otro que dice que el mismo cuartel era un narcocementerio, dos asesinos que hablan como el militar de lo bien que se siente tener poder sobre la vida de los demas, la arrogancia que pueden tener, y por supuesto el dinero que ganan, 60 mil pesos un muerto dice uno por ahi, mi primer auto fue un Audi cuando estaba en la secundario dice otro, el premio despues de asesinar a su primera victima, con todos celebrando y tonteando.
Pero ellos tampoco estan desprovistos de conciencia, y aunque ya no sienten nada o sienten menos estan conscientes de sus delitos y tienen cargos de conciencia, porque ¿quien no los tendría cuando matas niños inocentes que apenas se enteran que sucede? pero como ellos mismos dicen una y otra vez, solo siguen ordenes, la misma cantaleta que el militar, como si eso expiara sus pecados, aunque lo que en realidad quieren decir es que son parte de un sistema donde todos son victimas, del gobierno, de la autoridad, de los de arriba que mueven todo y se descabezan a quien sea con una palabra, por ello otro militar frustrado confiesa tomar justicia por su propia mano al ver la corrupción rapante que manda el sistema de gobierno, por ello las mascaras mas alla de ser una forma de esconder la identidad, también son la manera del director de unificar a esta única especia donde el diablo tiene total libertad, con un sistema que lo permite e incluso lo empuja.
Con una puesta en escena soberbia que muestra una maestría tanto en montaje como edición, y unas escenas estáticas que nos dejan respirar como para remarcar lo que acabamos de oir, donde cada vez aparecen mas personas con mascara, porque al final todos somos victimas o lo seremos en un futuro, una visión muy pesimista de nuestra realidad que aun parece tener salvación con esa madre que lo ha perdido todo pero que en lugar de venganza siente pena de los perpetradores por sus creencias, y que con fe y esperanza nos muestra su rostro, retando a los delincuentes, y desnudando su alma ante nosotros.
Calificación: Excelente