Volvemos a Alemania para seguir revisando el país que podría considerarse la cuna del terror en el cine, y lo hacemos revisando una cinta de Robert Wiene antes de ser lanzado a la fama por "El Gabinete del Dr. Caligari", por supuesto que esta cinta, hecha tres años antes ni siquiera puede soñar con alcanzar la maestría de la mencionada pero Wiene tiene maneras y de verdad logra una cinta de terror, específicamente psicológico con la destrucción de la mente de un personaje que pasa por muy variados pasajes, somos testigos de como el Conde Greven (Bruno Decarli, bastante bien y adecuadamente sobreactuado para su tiempo y el tipo de papel) regresa a casa de donde supuestamente salió como un hombre bueno, noble y centrado, pero al llegar ordena cerrar las puertas del castillo y parece estar aterrado.
La servidumbre no comprende pero el tipo esta tan aterrorizado como fascinado por una extraña estatuilla que parece muy valiosa, un extraño ídolo de donde parecen provenir todos sus miedos, el preocupado criado (Bernhard Goetzke) lleva al ministro (Hermann Picha) y el conde le cuenta que en su viaje por el mundo escucho de una estatua india que cura y hace feliz y tuvo que ir a verla pero la robo, los sacerdotes hindúes ahora lo persiguen y nada puede detenerlos, en este estado de constante agonía Greven espera y el sacerdote (nada menos que Conrad Veidt y de nueva cuenta excelente) le dice que no lo matara por mas que este suplique, que exactamente en siete años será asesinado por una mano amada.
Greven decide vivir a plenitud, se la pasa organizando bailes y fiestas, mucha bebida y juego pero después de un tiempo esto lo vacía y decide investigar para erradicar el hambre del mundo, no duerme y cuando por fin lo logra crea su grande creación, ya tampoco quiere fama, decide buscar el amor y se casa con una chica (Mechthildis Thein) quien parece reconfortarlo y se aman de manera muy candente, pero cuando llega el dia Greven no lo soporta, no puede aceptarlo y tira la estatua al rio pero esta regresa a su casa, desesperado piensa que todos lo que lo quieren desean matarlo, que el criado lo envenenara, que su mujer lo acuchillara y finalmente llega a un desenlace donde la desesperación y la paranoia ganan, para ver a Veidt como sacerdote casi fantasmal recoger tranquilamente la estatua regalándonos un final muy tétrico. Wiene cumple, la historia es buena, principalmente su premisa, así como los tiempos y un adecuado montaje, pero lo que me impresiono son los efectos, muy bien logrados y sin abusar de ellos, y por ultimo los actores, todos están muy bien, que buena escuela tenían y siguen teniendo los alemanes, lastima que la banda sonora añadida simplemente estorbe.
Calificación: Bien