Sang-Hoon (Lee Sung-min, muy bien) acaba de conseguir un buen departamento para su amada esposa y pequeña hija, solo quiere dedicarse a su trabajo y a ellas, para su mala suerte al poco tiempo de estar en su nuevo hogar escucha algo a mitad de la noche, alguien pidiendo auxilio, y ve por la ventana un terrible asesinato, y aun peor, el asesino se dio cuenta de que lo vio, frente a esta situacion el devoto padre de familia decide callarse, guardar el secreto y dejar que el mundo gire, algo que sabe tarde o temprano tendrá que enfrentar ya que no fue el unico testigo y comienzan a aparecer nuevas victimas de un asesino tan sanguinario como sádico, para acabarla de amolar el despabilado detective Jae-yeob (Kim Sang-ho) lo presiona una y otra vez con la investigación ya que supone que el hombre esconde algo, así comienza la cinta del director Kyu-Jang Cho que nos remite a esas cintas de suspenso de mediados del siglo de este lado del charco, con mucho misterio y tensión.
Por ahí leí que a muchos no les gusta la cinta porque no estan de acuerdo con el proceder el protagonista, en lo personal pienso exactamente lo opuesto, creo que la mayoria de las personas actuarían de esa manera y para muestra el lugar donde vivo, en Sinaloa nadie ve ni escucha nada, de manera metafórica, ni aunque haya sucedido a un metro de nosotros, es decir priorizamos la seguridad de nosotros mismos y nuestros seres queridos que la justicia, por supuesto es un pensamiento terrible pero hasta esto hemos llegado como sociedad, por ello el proceder de Sang-Hoon me parece completamente normal, primero no lo hace por cobardía y no querer perder lo que ha conseguido, despues por cuidar a su familia, porque si bien la primera parte de la cinta nos muestra a un hombre que se mete en un problema sin deberla ni temerla con todo y acumulación de estrés y problemas la segunda parte se convierte en un sádico juego del gato y el ratón donde el hombre no puede hablar pero tampoco le es permitido mantenerse al margen por parte de un villano muy bien construido y que en verdad da temor.
Por supuesto sabemos que al final el pobre diablo tendrá que enfrentarse a eso de lo que tanto ha huido, y que por su culpa todo se hizo mas grande, pero jamas se le puede recriminar, despues de todo en esas tensas escenas finales queda claro que el no es la excepcion sino la generalidad sino es que todos en el actuar de esa manera, y el final es genuinamente emocionante, ademas de que como buen thriller coreano pone sobre la mesa ideas a debatir muy interesantes, el asesino no ha sufrido en su vida, tuvo una infancia feliz, un buen presente, financieramente esta muy cómodo y nadie noto nada malo en él, es decir, simplemente es malo por el puro gusto de ser malo, una bocanada de aire fresco en una actualidad donde cada acción mala o terrible se supone debe ser precedida por un trauma o problema como pretexto y explicación, la maldad no tiene explicación y que bueno que los coreanos si lo entiendan, y si todo esto se nos presenta en una cinta emocionante, bien actuada, mejor dirigida, exquisitos encuadres, con un inteligente guión, dosis de humor negro, mucha mala leche, buen montaje y una fotografía exacta para el ambiente que se muestra no queda mas que recomendarla fervientemente.
Calificación: Muy Bien