Desde el inicio la cinta de Simon Stone basada en el libro de John Preston que ha su vez escribió sobre un importante suceso real del que fue muy cercano queda claro que el filme habla sobre el miedo a la muerte, a lo efímero, a desaparecer, de parte de todos los hombres y de su necesidad de trascender a través del tiempo y las generaciones, este es un tema recurrente en la historia y varias lineas hacen alusión a ello, desde las palabras del entregado arqueólogo autodidacta Basil Brown (Ralph Fiennes, muy bien) que dice que desde su primer pisada el hombre ha dejado huella imborrable, lo que opina de los hallazgos históricos, así como también el sentir de la indomable viuda rica Edith Pretty (una maravillosa Carey Mulligan) que ve como se le escapa la vida a corta edad dejando a su hijo solo y sin nada que demuestre que estuvo aquí, estos dos personajes y actores son el alma de este drama histórico que se sostiene por el interesante hallazgo y dos personajes muy bien escritos.
Edith no es una rica caprichosa sino por el contrario tiene clase, es refinada y culta, pero tiene el suficiente carácter para imponerse a las arbitrariedades políticas de los museos, y que ademas comenzó todo contratando a Basil por la sencilla corazonada de que en esos montículos elevados de tierra de su propiedad podía existir algo de gran valor histórico, algo de que lo que es fanática, Basil es un hombre sencillo, estoico y practico con un toque de terquedad que no desiste ante nada y que solo vive para excavar, casado y si hijos casi apadrina al pequeño hijo de Edith, el entusiasta Robert (Archie Barnes), toda esta primer hora es hermosa, acompañamos una narración pausada y en un montaje que no nos subestima con una hermosa fotografía y exquisitas tomas que recuerdan el estilo de Malick, donde acompañamos a estos personajes con paciencia mientras se desentierra poco a poco y con cuidado, no exento de escollos en el camino.
A esto se le debe sumar la gran relación de estas dos personas que se estiman y admiran sin que esto signifique algo de pareja, y como Basil casi toma el papel de padre, y no del padre ausente sino de la madre que va a ausentarse, es casi una lastima que su segunda mitad tome por otros derroteros, mantiene casi todo de la primera parte en cuanto a aspectos técnicos pero hasta el ritmo y las tomas bajan su nivel mientras vemos la historia de una joven arqueóloga que llega a ayudar, aquí dejamos de lado la arqueología para centrarnos en la desdeñada Peggy (la siempre competente Lily James) y su marido (Ben Chaplin) que guarda un secreto que no lo es tanto, si acaso solo para la pobre Peggy que encuentra la pasión en otro lado, este romance pasional no parece acorde con lo que habíamos visto y roba la atención dejando de lado la historia del inicio, aun así no se empaña por completo el resultado de una cinta que por supuesto merece mas atención de la recibida.
Calificación: Bastante Bien
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