En un momento cumbre de la cinta el grisáceo y hosco fiscal Julio Cesar Strassera (Ricardo Darín, majestuoso) se está fumando como de costumbre un cigarro en el balcón de su casa, ahí llega su mujer Silvia (Alejandra Flechner) para confesarle que se siente orgullosa de él, que es un héroe, a lo que el fiscal le dice que nada que ver, tipos como él no son héroes, la mujer sigue insistiendo aludiendo a lo que hace por la patria, y el tipo de nuevo reniega diciendo que no meta a la patria en esto, que solo está haciendo su trabajo lo mejor posible dentro de sus posibilidades y nada más, a lo que su mujer calla y lo mira con más orgullo que antes, para todos está claro que Strassera es un héroe hawksiano, por el puro hecho de desempeñar su trabajo de forma profesional y con una ética intachable, solo él no lo sabe, y por ello mismo es que continua siendo un héroe, ya que ha soportado insultos, amenazas para él y sus seres queridos, ha trabajado incansablemente y cada que alguien lo interpela con el caso simplemente dice que hay que dedicarse a realizar la chamba, y cuando intentan victimizarlo, desestima el asunto, y por ello uno termina fascinado con este pedante abogado con fachada pasada de moda.
La cinta de Mitre sigue a pie juntillas las convenciones del género al que pertenece, pero lo hace de tal manera que termina ganando a todo el respetable, con una fórmula que asemeja más al cine de drama judicial de la época clásica, pero no se contenta con ser un drama de juzgado en su máxima expresión sino que juega también con un suspenso clásico que nos vuelve tan desconfiados como el mismo Strassera, quien no duda en mandar seguir a su hija (Gina Mastronicola) por su hijo menor Javier (Santiago Armas Estevarena, muy bien) porque tiene la seguridad de que el nuevo novio de la primera es un "servicio" que le mandaron para espiarlo, por supuesto que no todo está en la cabeza del quejoso y pesimista fiscal, ya que en cierto momento queda claro que la paranoia es la respuesta más obvia, cuando el fiscal adjunto, el joven Luis Moreno Ocampo (Peter Lanzani) es perseguido y acosado por unos tipos que parecen salidos de una película de espías, lo cual causa que el pobre diablo entre en crisis de pánico cuando un maletín es abandonado en el juzgado, como no queriendo, cual si fuera una bomba que acabe con todo el avance.
Estos momentos de suspenso aunque pocos se llevan de manera impecable, y con lo del juicio que trata sobre un doloroso tema para el país Argentino, y el suspenso que apenas deja respirar a los protagonistas esto podría haberse puesto pesado, pero para nada es así, porque Mitre a sabiendas de esto le imprime un humor ácido a todo el filme, lo que causa que nunca se sienta pesada o como un drama lacrimógeno, por el contrario tenemos momentos de gran comedia como esas entrevistas a los jóvenes que no tienen ninguna idea de política pero quieren ayudar - o cobrar horas extras - y terminan formando el equipo del fiscal, con todo y culminación de la escena con un padre exasperado ante las pelotudeses de su hijo peronista, un equipo que tuvo que hacerse porque nadie quería ayudar en el caso a Strassera, ya sea porque se veía como un caso perdido, por temor, o porque como en esa hilarante escena donde Julio y el abogado teatral Somigliana (Claudio Da Passano) dialogan sobre posibles candidatos para darse cuenta que las posibles opciones son fachos, refachos, superfachos o recontrafachos ¡hasta los ya fallecidos!
Y porque al final estamos ante la clásica narrativa el viaje del héroe, al inicio de la cinta el quejumbroso Strassera evita como puede, con todo y secretaria respondona con base, a su jefe, porque no quiere formar parte del circo que presupone será el juicio contra los lideres de la dictadura militar que tanto daño causo a Argentina (donde el actual papa jugo un papel crucial, para mal), es imposible ganar ese juicio, le espeta a su mentor, pero como todo buen profesional cuando le cae la bronca no le queda de otra que hacer el trabajo lo mejor posible, con todo y equipo joven, y su joven mano derecha Moreno Ocampo, que viene de familia militar, con tío en un puesto importante, y una madre que lo regaña cada vez que lo mira porque no puede ser posible que este enjuiciando a las personas con las que ella va a misa, pero el entregado equipo se dedica a investigar casos, recabar pruebas, y convencer testigos de declarar en un lapso de cuatro meses para uno de los juicios más importantes de la historia, como dice Strassera, - en menos tiempo que el proceso de un ladrón de gallinas -.
La grandeza de la cinta se sustenta en la sutileza y naturalidad con que se manejan sus cambios de tono, de pronto nos reímos a carcajadas por algún dialogo hilarante, para luego romper en llanto por las vejaciones que sufrió una embarazada de seis meses que tuvo a su hija en un carro y pudo cargarla hasta que limpio desnuda lo que le ordenaron, nos encabronamos con la historia de un tipo que sufrió tortura para decir que "se la comía doblada y mi madre es una...." algo que jamás hizo, y contenemos la respiración con las amenazas, los extraños que los siguen, un maletín y las llamadas, para en ese mismo instante aprovechar ese detalle para un chiste acido magnifico - "es el de las amenazas, tiene llamando todo el día, no tiene nada que hacer" -. Pero en especial por su héroe hawksiano que solo quiere que lo dejen escuchar Wagner tranquilo, que escucha los consejos de su mujer, atiendo los pensamientos y consejos de su hijo, respeta las decisiones de su hija, y que no descansa hasta armar de forma sublime un proceso que se piensa amañado, aguanta las amenazas con supuesta tranquilidad y que dice con vehemencia un ruego acusatorio que es de lo mejor que he visto en cine, le pone a uno la piel chinita y uno quiere levantarse a aplaudir como los asistentes en pantalla.
Al final, Strassera, que siempre sostuvo que los héroes no existen, desempeñando su trabajo de forma impecable, sin esperar aplausos ni reconocimientos, y que apenas termina un trabajo comienza otro sin dormir, demuestra lo contrario, los héroes existen, no son guapos, carismáticos ni elocuentes, pero son morales, éticos y profesionales, a uno le da felicidad ser humano, y recordar que si existen, aunque no puedan mantenerse bien peinados.
Calificación: Notable