"NOCHE DE FUEGO" ("ÍDEM", MÉXICO - ALEMANIA - BRASIL - CATAR - ARGENTINA - SUIZA - EU, 2022) DE TATIANA HUEZO
Una niña y su madre escarban un hoyo en el suelo, la madre (Mayra Batalla, bien) le dice a la pequeña Ana (Ana Cristina Ordóñez González, bien) que se meta y esta le hace caso de inmediato, el hueco tiene el tamaño justo para que entre, después de esto asistimos a toda una primer parte de la cinta donde el espíritu documentalista de la directora aparece, somos testigos de la vida en ese pueblo abandonado en la sierra mexicana, de que viven, los que no se dedican a la minería se dedican a la recolección en los campos de amapola para los narcotraficantes, y uno que otro que tiene negocio propio, como los animales están por todos lados, hacen ruido, campan a sus anchas, como el alacrán el techo sobre la cama de Ana, los insectos que pululan por todos lados y hasta las víboras venenosas que las tres niñas protagonistas saben diferenciar, porque aunque Ana es la protagonista principal sus dos mejores amigas siempre están ahí, la adelantada Paula (Camila Gaal) y la tímida María (Blanca Itzel Pérez), jugando a adivinanzas telepáticas, yendo a la escuela con maestros que cambian o son asesinados, andando en bicicletas y limpiando cochineros mientras se trae leche.
Pero a pesar de la inocencia, y de que el lugar debería sentirse en tranquilidad total en una sociedad que todavía mantiene cierta inocencia, por más que trabajen para el narco y los esposos no quieran contestar en la cima del cerro donde apenas agarra señal el celular, lo cierto es que en todo momento se siente una tensión y un peligro latente, constante, que no los abandona ni un solo segundo, de pronto resulta que una pequeña niña ha sido raptada, y que se llevaron al padre por intentar hacer algo, los policías tomando sobornos y agarrando cura con los maleantes, un maestro que es "levantado" después de preguntar que pasaba con las desapariciones mientras todas las madres miran incomodas a donde sea menos a él, las niñas cortándose el pelo como niño porque hay epidemia de liendres, menos a María cuya sangre "esta amarga", aunque ya sabemos que su labio leporino le da cierta inmunidad ante el peligro, los narcos disparando enfrente de los militares mientras los insultan en pleno pueblo, y por supuesto, la madre de Ana, Rita, expectante en esa silla afuera de su casa, siempre en espera de que suceda lo inevitable, al grado de entrenar a su hija a escuchar con atención en todo momento.
Para entonces ya tenemos claro que sucede, ese hoyo camuflado ademas es para esconder a las niñas de los narcos pedófilos que se llevan a las niñas apenas entran en pubertad y adolescencia, por lo que estas deben ser disfrazadas de niños, perdiendo su feminidad en medio de lagrimas y mechones de cabellos que caen al suelo, y es que como si de sangrantes dioses griegos se tratara los narcos avisan su llegada en una comitiva de camionetones ruidosos a toda velocidad que llegan de manera caprichosa a tomar los sacrificios que deseen sin que nadie los detenga, y si alguien osare siquiera contradecirlos atacar con fiereza como en esa potentísima escena en la que unos disparos impactan contra la "madre" que se rehúsa a entregar el sacrificio, es decir, estamos ante una historia sobre el México profundo tomado por la delincuencia, abandonado por el gobierno como en la majestuosa "Sin Señas Particulares" y con las peores mañas de esos delincuentes idolatrados en el país.
Sin abandonar el hecho de que siguen viviendo su vida, ya sea en los juegos mencionados, o como adolescentes bañándose en la laguna, fantaseando con el profesor, asistiendo a un rodeo, divirtiéndose en un baile, cosas naturales que suceden a pesar de que en cualquier segundo puede cambiar todo, como al finalizar el baile con ese cuerpo, o esa campana sonando, y esos perros que no ladraron y dan paso a ese dolor en el clímax final donde los "dioses" bajaron por sus ofrendas y terminaron llevándose una que cambia parasiempre la vida de las protagonistas, las ahora adolescentes Ana (Mayra Membreño), Paula (Alejandra Camacho) y María (Giselle Barrera Sánchez) que tienen que desencantarse de un pretendiente y amigo en medio de la muerte, soportar el ataque del ataque toxico de una avioneta y pagar el hecho de convertirse en mujer, todo esto con una fotografía hermosa, planos preciosos, simbolismos dolorosos a la muerte (meterse en el hoyo, la silueta pegada a una sabana) y una banda sonora que explota en ese final donde la pesadilla no termina, solo queda intentar escapar de ella, o alejarse por el momento.
Calificación: Notable