Hendrik (León Orlandianyi) se muda con su madre (Julia Koschitz) y su hermano menor Eddi (Benno RoBkopf) de Alemania a Austria, algo con lo que no esta nada contento, de estar en una ciudad ahora viven en un pintoresco pueblito en el que se batalla para conseguir señal de internet, para acabarla de amolar la casa tiene muy mala pinta, los vecinos son extraños, y las puertas están protegidas por sal, por la noche Eddi actúa como si estuviera poseído, a la mañana siguiente el nerd sabelotodo Fritz (Lars Bitterlich robándose cada escena en la que aparece) les dice que el lugar donde habitan esta encantado, que ahí una mujer enveneno a sus dos hijos y estos penan por el lugar, con la situación cada vez mas complicada recurren a Ida (la hermosa Marii Weichsler con belleza de antaño), una amable chica que sabe esloveno, que es lo que escupe Eddi cuando esta poseído.
Es así que comienza la cinta de Prochaska que nos remite y sirve como homenaje al cine de terror ochentero, ese que servia como entretenimiento de masas y donde pequeños y adolescentes eran protagonistas, un cine carismático, ligero, con muy buen soundtrack, personajes carismáticos que se dejan querer aunque sean un grupo de bichos raros, o quizá justamente por esto, y un misterio que resolver, todo esto funciona de buena manera en la cinta, que esta llevada con ligereza y nunca pretende más que hacer pasar un buen rato, el terror casi no existe por lo que se decanta por el genero de investigación, es así que vemos a estos cuatro chamacos tratar de resolver un misterio que ha vivido en la ciudad por décadas.
Es cierto que hacia el final la cosa desbarranca un poco pero no demasiado como para molestar, y es que en un afán de conectar con el publico actual se busca sorprender con una vuelta de tuerca que no se veía venir, pero porque no se pusieron las claves y pruebas desde el inicio, por lo que termina siendo tramposa, tampoco es que la cinta dependiera de la resolución del misterio que desde el inicio estaba como en segundo plano, lo importante es el desarrollo, romance y crecimiento de nuestros protagonistas, la cinta tiene buenas transiciones, una fotografía ad hoc a esas cintas con colores vivos, y no renuncia a la critica como esa xenofobia siempre persistente ya que los austriacos le llaman Kraut al protagonista, es decir, alemán estúpido, y de esto no se hace un drama, solo se señala y seguimos con la cinta, ojala todas las películas fueran así.
Calificación: Palomera