"RAMBO: LAST BLOOD" ("ÍDEM", ESTADOS UNIDOS - HONG KONG - FRANCIA - BULGARIA - ESPAÑA -SUECIA, 2019) DE ADRIAN GRÜNBERG
John Rambo (Sylverter Stallone, but of course) le escupe por radio al villano principal que le va a arrancar el corazón, como ellos se lo arrancaron a él, así va a saber lo que se siente, una declaración que parece ser sentido figurado por parte del traumado, huraño, hosco, seco y pocas pulgas ex boina verde repudiado por su propio país se convierte en un argumento literal pasados unos minutos, ¡y que bueno que sea así! porque en ese momento catártico, liberador, que aunque duele verlo en pantalla uno suelta una exclamación ahogada de "sii", y es que en un mundo donde existe un héroe de acción como Rambo, es decir, casi consciente de su plot armor y su función en el mundo, uno no puede más que desear esa justicia enfundada en venganza porque los villanos no merecen menos, y menos estos villanos, así como tampoco se espera menos de un personaje que cuando recibe caña responde dando más, siempre ha sido así, afortunadamente.
Rambo esta retirado en el rancho familiar donde entrena caballos, siembra, da las gracias a la mujer que lo atiende (Adriana Barraza) y cuida una ahijada (Yvette Monreal) como si fuera hija propia, ah, y también construye túneles como los que causaron que los suyos cayeran en deshonra en su propio país como se ve en la insuperable primer parte de la saga, de pronto a la chica la contacta una amiga de México, que ha encontrado al padre que la abandono y la ingenua muchacha pasa la frontera sin hacer caso de consejos para escuchar una horrible verdad, ser vendida por la amiga, y se convierte en una esclava sexual más para dos hermanos narcos (Sergio Peris-Mencheta y un sobreactuado Oscar Jaenada), John va tras ella porque sabe que las autoridades mexicanas con ineptas y corruptas - la puritita verdad -, y que las de allá no pueden pasar la frontera, con pésimos resultados la ira de Rambo se desata en un tercio final que se siente catártico, culposo, liberador, hasta sabroso.
Y es que cuando Rambo comienza la masacre en su rancho, en los túneles que irónicamente le han causado pesadillas toda la vida, uno no puede dejar de vitorear cada muerte, cada desmembramiento, cada tortura, cada momento de justicia, uno desea la muerte y el sufrimiento de estos desalmados porque a diferencia de lo que dicen los críticos y extranjeros sobre la película, la cinta no es racista, por el contrario retrata una realidad mexicana, si no me creen, vénganse a Culiacán un día de estos, también es cierto que su guion es un poco torpe, mete personajes que luego desaparecen, algunos no tienen desarrollo, y la periodista casi esta como ayuda por parte del guion para el protagonista, pero creo que las virtudes son más grandes que los defectos, además ese mensaje antimoderno de que no se necesita una razón para ser malo da directo en el corazón.
La joven Gabriela piensa que su padre tiene que tener razones y una explicación "lógica" de porque hizo lo que hizo, como muchos jóvenes que no creen posible que la maldad exista, y que los sentimientos lo son todo, algo muy ad hoc a su época, por el contrario John con la sabiduría de los años le explica que no hay explicación, existen malas personas y ya, no cambiara porque ya se habría enmendado, el no escuchar causa un gran dolor en el protagonista que inicia un dolor que ira creciendo a fuego lento para desatarse en cabezas cercenadas, miembros volando, cuerpos hechos pedazos, explosiones craneales, momentos gore y corazones arrancados que uno celebra, en esta locura trumpista Rambo implora - como siempre - que debía ser él quien muriera, pero los dioses del cine no se lo permiten ¿si no quien haría la masacre? y como vemos en esos nostálgicos y emocionantes créditos que resumen la saga, que bueno que así sea.
Calificación: Vale la Pena