El sádico, labioso y pedófilo comandante (Idris Elba, excelente) dirige un ataque a una aldea caminando de manera directa mientras su "ejercito" lo sigue ciegamente, algunos desnudos, otros drogados, uno enardecido, y en medio de ellos el pequeño Agu (Abraham Attah, bastante bien) que ha sufrido de todo para llegar a este momento, la cámara sigue a todos los implicados, las palabras del comandante resuenan como pastor de secta, y la violencia llega sin detenerse, la cámara no rehuye a esta pero tampoco se regodea, en esta escena queda resumida la cinta, las situaciones a las que es empujado sin piedad el niño protagonista, el villano de la historia que resulta tan repulsivo como atrayente, la violencia mostrada son temor pero nunca la utiliza como un medio para causar morbo, como tampoco cae en chantajismos o sentimentalismos de ningún tipo, Fukunaga apuesta por el realismo y tiene éxito en su cometido, casi parece que estamos viendo algún duro documental con titubeante pero valiente.
La cinta comienza con Agu jugando en su mundo de fantasía con un televisor roto en algún país africano que como sabemos podría ser cualquiera, de pronto llega la violencia de la guerra, nadie la desea, nadie la pide, nadie la quiere, pero aun asi es imposible evitarla, el padre del pequeño salva a su madre y hermanos pero no puede alejar de momento a sus dos hijos mayores, antes de remediarlo la guerrilla esta por llegar y la violencia estalla, el gobierno decide matar a todos para que no unan a la guerra, Agu logra escapar y es encontrado por las fuerzas de defensa nativas y su desquiciado comandante que tiene la lengua tan afilada como su sed de sangre, el chico pasa a formar parte de sus filas y vemos como fue su infierno en vida con todo y voz en off; que si la violenta iniciación, la indignante violación, los ataques drogado, la locura al pensar que encontró a su madre, ser testigo de los despropósitos y aires de grandeza de su comandante, con solo el escape de su amigo Strika (Emmanuel Nii Adom Quaye), un chico de su edad que no puede hablar pero con quien entabla una amistad donde comparten el dolor.
El director y guionista da en el blanco no solo en el estilo de la cinta, que rehuye a los convencionalismos para entregarse completamente al realismo, sino que no presenta a su niño protagonista como una victima inocente solamente, también lo presenta como un cruel victimario que aprende el oficio de la guerra y que puede matar y permitir la violación de alguien solo por un berrinche, por supuesto, sabemos lo que sufrido y penado, por ello lo intentamos comprender, pero Fukunaga nunca lo victimiza frente a la pantalla, lo presenta como una persona quebrada y destruida, que guarda cada vez mas demonios y cadáveres en el armario, y que hacia el final intenta ser niño de nuevo, aunque en su interior sepa que es imposible. Sumado a esto la película critica la pasividad de la ONU, la ambición de los gobiernos y empresarios, el abuso a los civiles por parte de todos, la verdadera piel de esos "lideres" nativos, y lo hace por medio de un drama con toques políticos, acción y toques de intriga y suspenso.
Calificación: Muy Bien