El devoto comandante Ernest Krause (un magnífico Tom Hanks) reza antes de presentarse en la cabina principal, cuando habla con sus hombres lo hace con citas bíblicas aunque sea una dura reprimenda, no acepta groserías frente a él, y cuando tiene su primer enfrentamiento se rehúsa a festejar la muerte de cuarenta alemanes, "son cuarenta almas" responde laconicamente, queda claro cual es el mensaje de esta cinta basada en el libro "El Buen Pastor" de Cecil Scott Forester y adaptado por el mismísimo Tom Hanks, es la historia personal de un hombre que se debate y comparte entre su sentimiento del deber, su fe en Dios, y el temor de no poder regresar con su amor inalcanzable (Elisabeth Shue), todo esto en medio de una cinta bélica de suspenso y acción con una tensión que apenas y deja respirar.
La cinta se reduce a mostrar la primer misión del comandante Krause en apenas unos tres días que son vitales para el éxito de la misma, liderando un convoy de decenas de barcos que llevan diferentes cosas a los aliados en Europa, combustible, suministros, armas, y unas cuantas embarcaciones protectoras lideradas por el barco Greyhound del título el comandante sale de su camarote después de rezar y en ese breve flashback se nos detalla como es él y las razones que tiene para volver, casi de inmediato son atacados por submarinos alemanes y a partir de este momento Krause no tendrá un segundo de descanso, literalmente, después de destruir uno aparecen seis submarinos U-boot que trabajan como manada de lobos.
Y es a partir de este momento que la cinta ya no otorga descanso, con un ritmo trepidante donde siempre sucede algo y se nos mantiene en tensión, con mucho suspenso escondido dentro de esa jerga militar que se vuelva familiar de manera rápida y donde los ochenta minutos de la película pasan volando por medio de esa oscuridad que llena la cinta cual metáfora de la negrura que rodea el mundo en esa época, y en la que sea, con una fotografía metálica con tonos grises y azules que casi dan frío, un sonido cuidado al detalla más ínfimo que nos transporta dentro del barco, una banda sonora épica que es totalmente válida y efectos especiales que cumplen mejor de lo que se dice por ahí.
Tanto así que las batallas siempre son emocionantes y nos tienen al borde del asiento comiéndonos las uñas, con todo y nudo doloroso y final emocionante con salvamento de último minuto, es decir, estamos ante un muy logrado cine bélico, pero donde más brilla la cinta es en la creación del protagonista y los que lo rodean, que tanto han atacado injustamente, no sólo nos muestra un liderazgo y respeto impensables en esta época sino que se llena de detalles humanos que rodean a un tipo que casi parece un santo y que le permite brillar a Hanks.
El estornudo de un soldado que retrasa información clave, la inamovilidad de uno por la tensión, el sentimiento de culpa de otro que se equivoco y que es tratado por Krause como un padre amoroso, las sinceras felicitaciones del líder a sus subordinados, la profesionalidad del segundo al mando (Stephen Graham, bien) que no duda en sacar cálculos cuantas veces le sea solicitado, la admiración de los marinos por su líder, esa pesadilla buñueliana de no poder comer por una u otra razón, la inevitabilidad de dar las gracias por la comida antes de probar bocado, los pies ensangrentados de un tipo que se rehúsa a descansar porque no abandonará su responsabilidad, el sentimiento de culpa con el que desea cargar, esa relación con el cocinero Cleveland (Ron Morgan) construida con miradas, silencios y respeto para culminar con un leal cadáver en un momento rarísimo, todo esto crea relaciones sencillas pero profundas y un personaje entrañable por su profesionalismo y moral, un héroe hawksiano como los de antes, que sólo puede terminar la cinta encomendando su alma a Dios y dando gracias, el tipo no cree que sea un héroe y justo por ello lo es.
Calificación: Notable