La joven madre Liz (Dakota Faning, muy bien) vive en el viejo oeste recien poblado con su marido, su hija y el hijo de este, son una familia feliz donde el que manda es el padre, por mas que la voz de la razón sea su mujer, aunque esto es un decir ya que Liz es muda, la aparente tranquilidad desaparece cuando un reverendo (Guy Pearce, impresionante con todo y acento holandés) llega al pueblo, Liz de inmediato se preocupa y teme, y de inmediato un parto se complica teniendo que decidir la joven salvar a uno o dejar morir a ambos, de aquí el diabólico reverendo aprovecha para insinuar que la culpable de la muerte es la mujer, pone a la familia y al pueblo en contra al mismo tiempo que supuestamente llama a la razón y el perdón, nadie le cree a Liz pero cuando el reverendo empiece a destaparse sera demasiado tarde, la revelación llega con el comienzo de una terrible venganza que coquetea con el terror y el gore, donde el suspenso y el thriller conectan con el western.
Apenas nos recuperamos de lo que sucede cuando el director Martin Koolhoven con guion propio nos lleva al segundo de los cuatro capítulos que tiene la cinta, una adolescente, Joanna (Emilia Jones, fascinante) camina moribunda por el desierto, unos chinos la salvan para venderla en un burdel donde dos mujeres la protegen, primero Sally (Vera Vitali) que le enseño que debe saber pero no permite que la toquen hasta que un patán intenta asesinarlas y por ello la cuelgan, y despues Elizabeth (Carla Juri) que al defenderse sufre la furia del dueño del infierno (Paul Anderson) que ademas como siempre es defendido por el gobierno, es decir su hermano sheriff, un depravado que controla un pueblo y que muestra un pasado donde las mujeres son objetos.
Joanna soporta lo que le toca pero cuando el reverendo llegue por ella solo podrá defenderse para al final tener que escapar y cambiar de identidad para cambiar de vida, aquí ya sabemos que la historia va para atrás y el tercer capitulo, ya no Éxodo sino Génesis nos muestra la vida de la niña Joanna que soporta a su padre que ni siquiera le permite rezar en alemán, la vida de la niña es un infierno, el reverendo es un enfermo sexual que la desea a ella y tortura a su madre, que no duda en usar el nombre de Dios para sus fechorías, que usa el pueblo para sus fines, que obliga a una pequeña a madurar a la fuerza, que empuja a las personas a la desesperación y juzga con sorna, dos delincuentes son salvados por la niña pero solo estan ahi para mostrar que hasta unos ladrones asesinos son menos malvados que un reverendo que usa el nombre de Dios para sus necesidades y placeres.
En el cuarto volvemos al presente donde Liz escapa pero como ya lo sabe no se puede escapar de la maldad, y donde el reverendo acepta abiertamente que el es el lobo con piel de oveja que nos ha mencionado en sus misas, es decir el director holandés nos regala un western actual con la calidad y el mensaje de los de antes, con un mensaje feminista en el mejor sentido de la palabra, nos muestra el peligro de los sacerdotes que usan el nombre de Dios para ellos mismos, la estupidez de la sociedad que acepta lo que sea de ellos porque creen que representan a Dios, el machismo imperante en la epoca, el problema de los alemanes que aun en la actualidad (o mas que nunca) han sido oprimidos solo por ser ellos mismo, una critica a la sociedad, la crueldad humana, la sexualidad que es usada de la peor manera y todo ello en un cuento que no critica a la religión sino a la gente que se lucra de ella, y que no acepta que una mujer busque ser feliz y moral, la maldad indetenible, el deseo enfermizo, el pasado que persigue, y si todo esto esta perfectamente dirigido, fotografiado, con una banda sonora soberbia y un reparto en estado de gracia solo queda recomendar esta cinta que lamentablemente paso de noche para el publico.
Calificación: Muy Bien
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