Santiago Mendoza (Harold Torres, excelente) es un fotógrafo de nota roja que esta obsesionado con su trabajo, todas las noches sale a buscar algún muertito tirado en la calle, un estampado que haya salido volando de su automóvil o algún asesinado tirado en un callejón oscuro, esto lo logra a la evidente corrupción policiaca, ya que el susodicho tiene algunos policías trabajando en la "nomina", que en cuanto sale algo que sea evidentemente de nota roja tienen como consigna hablarle para que sea el primero en llegar al lugar, antes que los otros policías, los servicios médicos y los peritos, por lo que el profesional Santiago consigue muy buenas imágenes, ademas de tener una vena artística que quiere explotar, siendo esto muy notorio en la composición que hace de las fotos y el como las edita tomándose su tiempo mientras escucha música clásica, el problema es que nadie quiere darle una galería ya que las fotos de nota roja no se consideran arte, y a su jefe solo le interesa que le traiga más fotos escandalosas que despierten el morbo de su publico adornándolas con títulos sádicos que coquetean con el humor negro.
Santiago no es una mala persona, pero es demasiado ambicioso, tanto que no tiene empacho en hacer lo que sea con tal de lograr sus metas, por lo que no duda ni un segundo en dejar plantada a su mujer (Tete Espinoza) cuando esta le confiesa que esta embarazada con tal de conseguir la foto de turno, y decir desde ese mismo momento y seguir con el discurso de que ellos no querían hijos, que no es el momento, que su carrera no ha despegado, y que el mundo es demasiado feo para traer a un hijo, pero en el pecado viene la penitencia, ese argumento y dejar sola a su mujer para ir a tomar fotos del cadáver de un senador encontrado en su casa son el inicio de una pesadilla que no tendrá fin, el tipo siendo devorado por ratas resulta que no estaba muerto pero que se había vuelto loco y se quedo solo, y nadie se explica como no hizo nada ante las mordidas, cuando Santiago sale del lugar es atacado, y a partir de ahí comienza a tener pesadillas grotescas, escuchar y ver cosas que no tienen sentido.
Para luego dejar de oler y luego perder el gusto ya que nada le sabe, sin que los médicos sepan que ocurre Santiago comienza a investigar por su cuenta, descubre una aberración en su casa y ya cuando ha perdido el sentido del tacto decide embarcarse en esa odisea que no quería aceptar, contra fuerzas en las que nunca ha creído, que no puede comprender y a las que por supuesto no puede enfrentarse, antes de que, como dice el titulo, desaparezca por completo. Estamos ante una cinta de horror mexicana que no intenta copiar el estilo norteamericano, por el contrario hace una especie de ficción de lo que pudiera haber vivido el aclamado Enrique "el niño" Metidines, el afamado fotógrafo de nota roja a quien se la hace un homenaje en cierto momento.
Si bien es cierto que la maldición sigue ciertas pautas de tiempo que vimos por ejemplo en "Ringu" (y en muchas otras películas de terror), si logra tener un estilo propio, comenzando como un thriller para luego convertirse en una cinta de terror muy potente, con detalles que nos remiten a las creencias y usos nacionales, siendo así una cinta que nunca abandona su etiqueta de mexicana, y con su mejor cualidad en la forma en que la maldición se hace presente, si bien a forma en que se presenta la perdida de los dos primero sentidos no es la mejor, el tercero con un Santiago obligado a imaginar el pasado para poder "cumplir" a su mujer esta muy logrado, y el ultimo tercio con esa perdida paulatina del odio que el director nos obliga a vivir es maravillosa - aunque entiendo que complicada sin subtítulos -, brujería, senadores maquiavélicos, siluetas malévolas, pesadillas, rituales chamánicos, una cabaña horripilante y la perdición de un hombre que en sus últimos momentos recuerda su humanidad, y eso ni la peor maldición puede desaparecerlo.
Calificación: Muy Bien