En el mejor momento de la más reciente cinta de Garland un tipo psicópata con uniforme de soldado y lentes rojos (Jesse Plemons robandose la cinta) les pregunta a nuestro grupo de protagonistas viajantes - "¿qué clase de americanos son?" - siempre con un rostro casi inexpresivo pero el rifle preparado para lo peor, y con esta tensión sucede lo que el ambiente enrarecido nos está invitando a creer, que a la primera provocación, excusa o antojo el tipo puede echarse a quien sea nomas porque si, es decir, por el puro hecho de que puede, la guerra en la que está inmerso el país se lo permite, y esto es justamente uno de los mensajes primordiales en la cinta, que la guerra, el caos y la violencia permiten - casi obligan - a este tipo de personas a salir de su trinchera y desatar esas ansias desquiciadas que tienen de imponer sus ideas, sus deseos, en pocas palabras... su poder, porque de eso se trata la guerra, no de que gane el que tiene razón, el que tierne mejores ideas o lo merece moralmente, simplemente gana el más fuerte, y eso es tan terrible como natural.
Pero la cinta también tiene otras ideas poderosas, la segunda y que está casi a la par con la mencionada es que la guerra no tiene bandos en las líneas, desde el inicio notamos que esta guerra civil es caótica, con un grupo de estados separatistas que no están atando de forma organizada, cada quien lo hace por su lado, algo entendible cuando vemos que uno es quizá el más conservador y el otro de los más progresistas, todos están en contra de un presidente que se quiere perpetuar en el poder y con cuyo gobierno no están de acuerdo, un grupo de periodistas deciden ir a la mismísima casa blanca para tener la exclusiva de una última entrevista del presidente (Nick Offerman) antes de su inminente derrota, así que la aclamada fotógrafa de guerra Lee (Kirsten Dunst), el aventado Joel (Wagner Moura) y dos infiltrados, el viejo Sammy (Stephen McKinley) y la jovencita Jessie (Cailee Spaeny) se dirigen a Wahington pasando por un Estados Unidos destruido y con violencia en todos los rincones, es decir, estamos ante una road movie donde nuestros protagonistas pasaran por muchos lugares y vivirán distintas aventuras mientras descubren el nuevo mundo que tienen ante sí.
Pasan por una gasolinera que pide permisos y que tiene colgados, así nomás a la ligera a unos tipos disque porque son saqueadores, se jactan de ello, y hasta preguntan que si los deben matar, uno de los colgados escupe que iba con el que quiere matarlo en la escuela, luego ven fuegos artificiales por la noche, que casi les parecen bellos aunque sepan lo que se esconde detrás, están en primera línea en un enfrentamiento de bandos que culmina con viles asesinatos, un refugio en lo que antes era un estadio donde parecen converger todos los pobres diablos, una ciudad que aparentemente esta ajena al conflicto porque "no quieren meterse", pero que está siendo cuidada por algún bando, y un par de francotiradores en un duelo con otro francotirador en una casa, ahí el periodista se cansa de preguntarles a los soldados de que bando son mientras estos solo se burlan, y es que los tipos lo tienen claro, eso no importa, tampoco saben a qué bando pertenece al tipo al que se enfrentan, bien podría ser un aliado, pero lo único que importa es sobrevivir si te disparan y para eso se tiene que disparar.
Es decir, en una guerra solo importa sobrevivir, defenderte, si te disparan hacer lo mismo, y siempre bajar la cabeza, no importa a quien te lleves entre las patas, la violencia en la guerra no distingue bandos, junto a estas dos importantes ideas tenemos otras como la crítica a la naturaleza humana, la ineficiencia de la política, y la radicalización de los Estados Unidos que parecen no tener esta guerra tan lejana, especialmente después de que el candidato Donald Trump sufriera un intento de asesinato, y finalmente una crítica valiente y acida de Garland que inteligentemente no toma partido político y deja mucha ambigüedad en la cinta, lo que causa que se preste a debate, el también guionista pone sobre la mesa el tema de la verdadera razón de existir del periodismo de guerra, a final de cuentas no toman bando como el mismo lo hace, pero estos no buscan hacer pensar a la gente sino solo tomar la mejor foto, la mejor imagen, la que te dé más fama y renombre, sin que importe que por ello deban sufrir y morir las personas necesarias, y es que como Lee anota, por más fuerte que sea la imagen las personas nunca aprenden, y por el otro lado Jessie va perdiendo su humanidad conforme se vuelve más profesional, al grado de ver morir un ídolo y simplemente correr por la foto primordial, y todas estas ideas Garland las muestra en escenas de acción fascinantes, una gran fotografía, un diseño de sonido impresionante y una construcción del ambiente de tensión que rebasa la pantalla, ojala todas las cintas fueran así de pensantes y emocionantes, y tan horrorosas en su realismo casi palpable en la actualidad.
Calificación: Muy Bien