Si en la primer entrega el director, guionista, editor y creador de efectos especiales Sergio Leon lograba cerrar el círculo pesadillezco de buena manera - con ese inicio que en realidad era el final de la historia -, aquí logra mucho más, tomando los acontecimientos que ocurrieron en la primer película, y los personajes de está, e involucrarlos en la narrativa de esta segunda parte, y hacerlo sin que se sienta forzado, porque está en esta secuela, a diferencia de la primera, si tenemos una historia, tanto así que Leone se extralimita a ciento cuarenta y ocho minutos para dejar de ser un sencillo slasher morbido a tener algo que contar, sin dejar de ser ese slasher setentero-ochentero que se regodea en la violencia con esos primeros planos que no editan ni dejan de filmar, donde vemos ojos arrancados, cráneos destrozados, disparos, cuerpos ardiendo, tripas arrancadas, desollamientos, decapitaciones, aplastamientos y hasta algún "miembro" arrancado, todo siempre con el humor sádico de Art the Clown (David Howard Thornton, excelente, parodiando/homenajeando a Mr. Bean) y nosotros como testigos/cómplices del asunto.
Es decir, Leone ambiciosa y abarca muchas más cosas, y no lo hace nada mal, pero sin dejar de lado ese encanto serie B que se basa en la violencia grafica explicita sin cortes y con efectos especiales completamente artesanales, salidos de la misma mano del director, que no se contiene cuando tiene que mostrar miembros cercenados, arrancados, heridas, y cabezas decapitadas que deben seguirse moviendo, logrando que varias personas se hayan salido del cine, ya sea por enfado, no soportar la violencia o de plano mareos, vómitos y desmayos, pareciera una locura, un truco publicitario, pero viendo la cinta uno no puede descartar la posibilidad - aunque desde esta butaca estoy muy lejos de pasar por una situación de esa índole -, así que respetando las "virtudes" de la original y aumentando la apuesta Leone entrega esta segunda parte con la que uno termina genuinamente emocionado, no solo por la violencia sádica mostrada, sino por la narrativa cinematográfica que la acompaña.
En el final de la cinta anterior Art revivía para asesinar al médico forense y dejar su firma ensangrentada, un año después la adolescente Sienna (una correosa Lauren LaVera, bien) está haciendo a mano su disfraz de halloween, haciendo homenaje al dibujo que le dejo su padre con una heroína que supuestamente es ella, en tanto su blando hermano Jonathan (Elliott Fullam) quiere ir vestido del psicópata que masacro a tantos el año pasado ya que esta obsesionando con los temas raros y los asesinos seriales, además de con su padre como conocemos más adelante, pero en medio de esta familia disfuncional, con todo y madre sobrepasada e iracunda (Sarah Voigt), la muchacha intenta vivir su vida, hasta que una realista pesadilla parece afectar el mundo real - cual Freddy Krueger con todo y canción infantil enferma - y Sienna se topa con un extraño vestido de Art que da muy mal rollo.
Por supuesto que es el asesino real, y que fiel a su estilo no deja de bromear y jugar con sus víctimas, sea posando como un mimo juguetón, sea probándose lentes, sea burlándose de los ruegos y llantos de sus víctimas, sea carcajeándose en silencio de las brutalidades que hace, o de plano entregar dulces en una cabeza cercenada llena de sangre a los pequeños que tocan a la puerta, los límites de Art cada vez son menos, y parece estar obsesionado con asesinar a Sienna que a su vez, junto a su hermano, son las únicas personas que ven esa entidad demoniaca con forma de niña vestida como Art y que toma la forma de una niña asesinada hace años (Amelie McLain), es aquí una de las novedades de la cinta, este segundo villano responsable de revivir a Art y posesionar a Victoria, ayudándolo y guiándolo en toda la cinta, en tanto que Sienna es ayudada por alguien/algo con todo y disfraz de ángel.
Es decir, la conocida lucha del bien contra el mal pero mostrada al extremo por un Leone que respeta como rompe las reglas del género, capaz de escenas tan hilarantes como esa visita a la lavandería para que Art lave su atuendo para luego golpearnos con un mazo al mostrar como corta, desuella, arranca un brazo cual si fuera pollo, hecha cloro y sal para finalmente escuchar un ruego donde regresamos a nuestra humanidad de forma dolorosa, Leone nos dio lo que queríamos y pagamos por ello, sin que podamos dejar de pedir más.
Calificación: Muy Bien