Al iniciar la cinta vemos a la preciosa Romy (una prodigiosa Nicole Kidman) tener relaciones íntimas con su marido Jacob (Antonio Banderas), la mujer es escandalosa y parece disfrutarlo, pero apenas su marido se duerme aprovecha para salirse del cuarto, prender la computadora a oscuras y ver pornografia para tocarse, el significado es obvio, Romy esta frustrada, pero evita de cualquier manera que lo sepa su marido, en parte para no golpear su ego, en parte porque se avergüenza de si misma, pero conforme vayan pasando los sucesos de la cinta todo se saldrá de control, por lo que la continuación de este momento y algunos otros desesperantes será a Romy iracunda, reclamando a su marido que nunca ha tenido un orgasmo con él, el punto de quiebre de la relación.
Romy es la segura y poderosa CEO de la compañía que ella misma fundó, y que parece entrar al futuro con mucha seguridad, como ella misma pregona, con la imperante necesidad de la inteligencia emocional, pero a pesar de estas palabras el ataque de una perra contenido con impresionante seguridad por el joven pasante Samuel (Harris Dickinson) despierta en ella algo que siempre ha escondido, y que ni ella misma conocía sus alcances, y por más intenta alejarle del insolente chamaco este parece haber adivinado la verdadera naturaleza de Romy, y debido a su inclemente insistencia terminarán en un affair que como es normal en este tipo de thrillers eroticos, culminará con la destrucción de la persona que tenia más que perder, mientras todo se vuelve más complejo y difícil
Pero la cinta se separa enormemente de los thrillers eroticos qué llenaron los noventa, por su carácter subversivo y valiente, que nada tiene que ver con los desnudos o escenas sexuales de los protagonistas qué más bien son pocos, sino por otros factores y cualidades que merece la pena mencionar, el primero que el guión de Reijn no sataniza ni defiende a sus personajes, sino que los muestra sin juzgarlos pero dándoles su penitencia, el segundo que los juegos sexuales son presentados con naturalidad casi pasmosa, que nunca se toma en serio, por lo que nunca está excepto de humor, a veces ridículo, a veces ácido, otras veces inteligente en el que es imposible reír por lo que vemos en pantalla, algo a lo que no es ajena la directora como ya demostró en el desternillante whodunnit "Bodies, Bodies, Bodies".
Porque la relación de poder masoquista psicológico es del adelantado muchacho sobre la exitosa y ricachona CEO qué quería - ¿acaso necesitaba? - qué alguien la contradijera y mandara en la vida, que alguien le perdiera el excesivo respeto del que goza, y que alguien la enfrente sin temor, de tal manera que esos momentos donde Romy se permite ser frágil y débil son donde por fin es feliz, como en esa magnífica escena erotica donde solo vemos un plano con el rostro de Kidman durante varios minutos sin corte, para ver lo que en realidad anhelaba su corazón solo con gestos, y la directora no juzga a su protagonista, por el contrario, parece entenderla en su proceder, y donde Nicole Kidman se desnuda frente a la cámara de manera simbólica de tal manera que uno queda anonadado, y no solo por la belleza de la actriz, sino por el compromiso y talento que desborda en cada fotograma.
Por esa subversión donde se critica el porqué a las mujeres se les espera, y hasta exige, el actuar de forma diferente a los hombres, como le reprocha su ambiciosa y aprovechada asistente (Sophie Wilde), a lo que la centrada Romy contesta con un rotundo "confundes ambición con moral", y por supuesto, ese subversivo final feminista que es toda una doble - o hasta triple - vuelta de tuerca, Romy nunca permitirá que alguien la humille - a menos que ella lo desee claro -, y ella será feliz como lo elija, aunque eso sea justamente con el cierre de esa escena de la perra domada del inicio, si vieran esto los abuelos dirían que las mujeres son malas, en este caso creo que simplemente son seres humanos, y más complejos-complicados porque son (valga la redundancia) ¡mujeres!
Calificación: Excelente





No hay comentarios:
Publicar un comentario