5/7/20

Cinecritica: La Bala Perdida

LA BALA PERDIDA (BALLE PERDUE (LOST BULLET), FRANCIA, 2020)
Dos tipos están a punto de robar una joyería a base de pasar el muro con un auto con un sistema de propulsión extrema, tanto que resulta demasiado y se pasan atravesando cuatro muros y quedando atorado en el asiento, el duro Lino (Alban Lenoir, bien como el tipo duro de pocas palabras) logra que escape su amigo casi hermano Quentin (Rod Paradot) pero va a parar a la cárcel donde no tiene muchos amigos, pero a los pocos días el líder del escuadrón antidrogas Charas (Ramzy Bedia) consigue un permiso de su jefa Moss (Pascale Arbillot) para llevarlo a trabajar como mecánico del equipo anti-asalto de la unidad, pasan los años y el excelente trabajo de Lino consigue que el escuadrón sea el mandamás en las calles, por otro lado Charas no esta tan contento ya que solo consigue detener pequeños traficantes sin lograr llegar a la cabeza, en parte porque su equipo se emociona de mas y termina matando a los probables testigos, solo se siente cómodo con el convicto Lino que no termina por ser aceptado por sus compañeros por mas que lo feliciten por su trabajo.

Menos aun ayuda que haya mantenido un romance con una de las integrantes del escuadrón, la huraña Julia (Stéfi Celma), asi que por mas que Lino se esfuerce no logra que nadie lo tome en cuenta, ni el sádico Areski (Nicolas Duvauchelle, bien), ni el pedante Marco (Sébastien Lalanne) y por lo visto tampoco el mecánico buenas tardes que lo acompaña, con esto en mente Lino solo soporta esto por el gran amor que le tiene a los carros y por la gratitud que expresa hacia Charas, un tipo que no solo lo admira sino que le tiene respeto y una gratitud reciproca al grado de conseguirle su libertad, por desgracia un evento desafortunado que iniciaría el desmantelamiento de los narcotraficantes voltea todo y pone el mundo de Lino del revés, como un prófugo culpable de asesinato y sin que nadie le crea ahora toda la comisaria esta detrás de él, junto a los narcotraficantes, con la única opción de una prueba irrefutable incrustada en un Renault 21 rojo.

De aquí la cinta solo sera entretenimiento puro, peleas, persecuciones a pie y a carro, balaceras, y demás fruslerías que siempre nos tendrán al pendiente y al filo del asiento, merito total del director Guillaume Pierret que después de poner presentar la premisa de su propio guion se dedica a montar hábiles escenas de acción que dejan en evidencia a hollywood con sus grandes estudios y directores estudiados, aquí lo que tenemos es un amor por el genero, pocos recursos pero optimizadamente utilizados, y una demostración de efectos convencionales como los de antaño, no importa cuanto tiempo pase se seguirán viendo reales al no ser computarizados, ademas el protagonista nos entrega un esfuerzo físico encomiable, apostando el cuerpo en todo momento, y con una preparación que le tuvo que haber costado lo suyo, por ahí están algunas escenas memorables como esa interminable pelea en la comisaria en la que hasta uno se cansa, la sorpresiva escena del deshuesadero, y por supuesto ese enfrentamiento final a lo "Mad Max" con todo y personaje casi muerto pero que logro su objetivo, casi como héroe hawksiano, un momento que nos rememora el cine de acción de antes, violento, realista, con personajes ambiguos y héroes que no se rinden, tan increíble como disfrutable y profesional.

Calificación: Bien

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