19/6/19

Cinecritica: Wonderstruck: El Museo de las Maravillas

WONDERSTRUCK: EL MUSEO DE LAS MARAVILLAS (WONDERSTRUCK, EU, 2017)
Una maravilla que no recibió el amor que merecía, una obra mayor del director Todd Haynes que con guion de Brian Selznick basado en su propio libro del mismo nombre nos entrega una hermosa fabula sobre el destino, el crecimiento, la maduración, pero aun mas importante, la valía de la familia, del amor fraternal y de las casualidades que dan sentido al universo y la vida misma, todo esto con una narración asincronica que finalmente convergerán en una maravilla que nos estruja el corazón y nos devuelve la esperanza de forma tan humana que nos remonta el espíritu y nos eleva con la música del maestro Bowie hacia esos simbolismos que sentimos en lo mas profundo de nuestro ser. Ben (Oakes Fegley, bastante bien) acaba de perder a su madre (hipnótica Michelle Williams) y rememora lo que vivio con ella, una mujer inteligente e independiente que le daba regalos que alentaban sus gustos, el espacio y ese museo en sus cuarto, pero que nunca quiso decirle nada sobre su ausente padre.

En medio de estos flashbacks que son mostrados con valentía por Haynes la historia se va moviendo entre el Ben que acaba de perder a su madre y que soporta la lastima de todo mundo en Minnesota a la historia de la pequeña Rose (Millicent Simmonds, muy bien) que no encuentra su lugar en el mundo, en 1927 en un mundo animado y creciente donde la pequeña pasa sus días idolatrando a una de esas legendarias actrices del cine mudo que vivían su estrellato en cada segundo del día, al tiempo descubrimos que Rose es sordomuda y su padre la presiona para que aprenda con manuales y un maestro personal, también parece tener una relación poco profesional con las sirvientas y le importa poco que Rose extrañe a su madre, asi que por mas acomodada que tenga su vida la chica no entiende su lugar en el rompecabezas de la sociedad por lo que decide embarcarse en un viaje a buscar la luz de la estrella que admira.

En tanto en 1977 Ben ve a lo lejos una luz en su antigua casa, al ir hacia alla escucha la música de Bowie que tanto admiraba su madre y ve de reojo la ropa de ella, pero en realidad solo es su prima que escapa a ese lugar, ya ahi el chico se queda a revisar el lugar, en los cajones encuentra recuerdos, dinero y un extraño libro sobre gabinetes de maravillas donde un separador tiene un extraño mensaje firmado por un tal David que por lo que dice podría ser su padre, con esta pista el niño decide comenzar su búsqueda pero un accidente le hace perder el oído por lo que todo se complica, pero nada de esto lo detiene y viaja a New York donde se enfrentara a múltiples obstáculos, conocerá muchos y variopintos personajes y deberá resolver los misterios de su pasado si quiere tener un futuro. En el mismo New York pero cincuenta años antes Rose llega también en búsqueda de su propio sueño, ahi se topa con una ciudad encantadora donde todos la apoyan y donde terminaremos con muchas sorpresas que nos van revelando una historia cada vez mas compleja.

Todo esto cambiando de la historia de un chico a otro, la historia de Rose presentada como una película de cine mudo, en blanco y negro con apenas dialogo y con una banda sonora de Carter Burwell que nos remarca los momentos importantes e incluso con un estilo de interpretación y de dirección diferente, y la parte de Ben con tonos verdes y naranjas, todo muy setentero con música ad hoc y la forma de vida mas relajada y cruel que juega con ese cine dubitativo de hace décadas, es asi que la historia avanza en las dos vidas mostrando interesantes similitudes que nos remarcan que estamos ante las dos caras de la moneda que en algún momento deben juntarse, y Brian Selznick no decepciona con una historia con reminiscencias a "The Invention of Hugo Cabret" de él mismo de donde toma la magia de las épocas pasadas, los niños desamparados, la búsqueda del amor paterfilial y la vivencia de aventuras, por supuesto aqui también hay un final majestuoso que nos derrite haciendo un homenaje que vuelve las cintas imperturbables por el tiempo.

Todo esto con una dirección de Haynes que deja con la boca abierta, no solo mantiene su estilo propio sino que lo adapta a las épocas que nos muestra, con un virtuosismo impresionante y una diseño de producción perfecto, en todo momento parece que estamos en los años veinte o setenta según lo que veamos, es interesante también que los veinte son vistos por Haynes como una epoca hermosa, con clase y donde todos son amables y se ayudan en tanto los setenta son mostrados como una epoca de poca moral, con mucha delincuencia y donde todo mundo tiene poca empatia y vicios, vamos que en los setenta el cine es pornográfico en tanto en los veinte Rose ve cine de Griffith en esos guiños tan cinefilos que tiene toda la cinta, como sus protagonistas, Haynes nos regala un museo de las maravillas, en forma de dos museos legendarios norteamericanos y esos gabinetes, como sus protagonistas que aman armar colecciones o hacer modelos a escalas con recortes, asi mismo Haynes construye un rompecabezas que tenemos que unir y que culmina embonando todas las piezas en un preciosismo magnifico que nos lleva irremediablemente a derramar lagrimas en ese hermoso final donde vemos de primera mano ese maravillosamiento que nos remite el titulo, una maravilla que debe degustarse, demos gracias que Haynes nos considera tan inteligentes para armar el rompecabezas y entregarnos con paciencia a ese doloroso final que es cine en estado puro con todo y mundo stop motion artesano y esas estrellas que unen generaciones, despues de todo es lo unico que nos une a todos los demas humanos en el mundo sin importar el tiempo, como muestra de la magnificencia de algo mas grande que nosotros.

Calificación: Excelente

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