26/1/15

Fruslerias: Las Muchas Lenguas

A ver, tomemos en serio eso de que la diversidad de lenguas en un país constituye una riqueza cultural. En tal caso, siendo rigurosos, habría que decir que la turba aglomerada a los pies de la Torre de Babel ha sido la comunidad más rica jamás reunida sobre la tierra. Pero hasta donde alcanzan mis escuálidos conocimientos bíblicos, esa diversidad fue el castigo (no el don) enviado por Jehová para castigar la soberbia de quienes se creyeron capaces de alcanzar con ladrillos las alturas divinas. Por algo se le llama a ese episodio “de la confusión de lenguas”. Nótese: la Biblia dice confusión, no pluralidad, ni variedad, ni multiplicidad. Y no aplaude la medida; la lamenta.

Así las cosas, las 93 lenguas habladas en México (7 de ellas variantes del zapoteco, por ejemplo) ¿son riqueza o son lastre, unen o distancian, ayudan o estorban a la convivencia fructífera entre los mexicanos? ¿O será que valoramos más la riqueza lingüística que la material y educativa? Porque no tiene caso hacerse tarugos: quien quiera llegar a la riqueza del conocimiento actual, tiene que hacerlo a través de unas cuantos idiomas de uso general, al frente de todos los cuales está la “lingua franca” de nuestra época: el ingles. A menos, claro, que consideremos más valioso y útil conocer los cinco nombres distintos que tiene cierto arbusto medicinal en lengua yaqui (nombres melódicos que suenan a gloria a los tres o cuatro enterados del INAH, pero que dejan en las mismas al resto de la humanidad).

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